La Trashumancia
Trashumar significa trasladarse a tierras distantes; en el lenguaje pastoril era trasladarse a los extremos, a las Extremaduras. Las cañadas reales leonesas eran las mas largas de la trashumancia, con ochocientos km. de andadura.
La trashumancia ya tiene resonancias históricas en el pueblo escogido, el patriarca Abrahám se coloca al frente de sus pastores, ganados y tribus. En la época visigótica Fructuoso viene con los grandes rebaños de su padre a las hoyas del Bierzo.
En el Reino de León había dos cañadas muy importantes, que señalaba Dantín Cereceda en el Boletín de la Sociedad Geográfica de 1936. Una que llamaban La Vizana, que saliendo del puerto de la Mesa recorría Babia, Luna, Camposagrado, Villadangos, La Bañeza, cruzaba el puente de La Vizana, salía a Benavente, cruzaba el Duero en Zamora, continuaba a Salamanca, Béjar y Plasencia para terminar en Almonte de Cáceres.
La otra cañada salía de los puertos de Maraña y Portilla de la Reina, pasaba el Pando, Prioro, Morgovejo, Guardo, Saldaña, Valladolid, atravesaba las provincias de Segovia, Ávila, Madrid para llegar a Toledo y cruzar el Tajo en Villafranca del Puente, llegar a Cáceres, Badajoz, Montemolín y los puertos de Castilblanco, a veces hasta Sanlúcar de Barrameda.
Las cañadas se fraccionaban en varios ramales o cordeles que subían por las riberas de los ríos hasta llegar a las brañas. La cañada tenían derecho a noventa varas de anchura, los cordeles la mitad y se iba adelgazando en cordones sendas y veredas. Eran espacios protegidos para que los agricultores no las deterioraran progresivamente.
Al frente del rebaño iba un pastor con su mastín, seguido de los mansos tocando sus esquilones, merinas, pastores, perros, yeguas hateras o hato cargados con todos los utensilios que necesitaban en las brañas. En este largo viaje cruzaban pueblos y caminos polvorientos, parajes con abrevaderos y descansaderos.
En los puertos de Vocivacas, Valverde, Vocicardiel, el Cedular, el Remelende, Riazo, Peñalampa, Monte de la Vega, la Braña quedaban las merinas al cuidado de la jerarquía de pastores: el mayoral era el principal pastor de la casa, los rabadanes gobernaban uno o más hatos de una cabaña que traía varios rebaños. En el escalafón seguían los pastores, compañeros, ayudador, persona, sobrado, zagal, motril. Los motriles no bajaban al sur para no perder la escuela de invierno.
Los ganados también tenían su jerarquía, mansos, moruecos, carneros, ovejas merinas corderos, cabras, mastines, perros de aqueda, yeguas hateras o hato.
El Honrado Concejo de la Mesta
Es en tiempos de Alfonso el Sabio cuando nace la organización pastoril del Honrado Concejo de la Mesta, por Carta de privilegio del monarca en 1273. Los ganaderos ya venían celebrando reuniones locales y asambleas a nivel superior para supervisar la administración de la trashumancia. A partir del siglo XIII existen Mestas que hacen valer su fuerza aplicando ordenanzas independientes de gozar de privilegios reales.
Estas mestas se encuadran y refunden en el Honrado Concejo de la Mesta para contribuir a la expansión del ganado merino, importado por os musulmanes en el siglo XII.
En el siglo XV eran unos tres mil hermanos en la mesta cotizando una tarifa fijada.
La Mesta va creciendo en esplendor hasta los Reyes Católicos, circulando por las cañadas hasta un número de tres millones de merinas. En el siglo XVI se inicia el declive y cuando llega el XIX quedan ya reducidas a medio millón el número de cabezas trashumantes, a cuyo número no se llega hoy.
La Mesta contribuyó como fuerza económica a fortalecer la riqueza del reino y a crear un clima social organizado. Como se empleaban pocas monedas la unidad de pago era el grano y la oveja.